Santuario de Ntra. Sra. de La Caridad – Illescas

El Hospital – Santuario de Nuestra Señora de La Caridad es un destino imprescindible para aquellos que buscan historia, arte y espiritualidad en la región de Toledo. Ubicado en la pintoresca localidad de Illescas, este conjunto arquitectónico no solo es un tesoro histórico, sino también un símbolo de devoción religiosa y patrimonio cultural.

Historia y Orígenes

El Hospital – Santuario de Nuestra Señora de La Caridad fue fundado en el siglo XVI por el Cardenal Cisneros, una de las figuras más importantes del Renacimiento español. El objetivo principal de la institución era proporcionar asistencia a los pobres y enfermos, cumpliendo con la labor caritativa que caracterizó al Cardenal. A lo largo de los siglos, el hospital ha sido testigo de numerosas transformaciones, pero siempre ha mantenido su esencia de servicio a la comunidad.

Arquitectura y Arte

El santuario es un ejemplo magnífico del estilo renacentista español. La fachada principal, con su elegante decoración y detalles arquitectónicos, invita a los visitantes a explorar su interior. Una vez dentro, los visitantes quedan maravillados con la impresionante colección de obras de arte que alberga.

Destacan especialmente las cinco obras maestras del renombrado pintor El Greco, que adornan la capilla principal. Estas pinturas, que representan escenas de la vida de Cristo y la Virgen María, son consideradas algunas de las mejores creaciones del artista. La combinación de colores vibrantes y expresiones emotivas en estas obras hace que la visita sea una experiencia inolvidable.

El Papel del Santuario Hoy

En la actualidad, el Hospital – Santuario de Nuestra Señora de La Caridad sigue siendo un lugar de peregrinación y devoción para muchos fieles. Cada año, cientos de personas visitan el santuario para rendir homenaje a la Virgen de La Caridad, cuya imagen es venerada por sus milagros y su protección.

Además de su función religiosa, el santuario también desempeña un papel crucial en la promoción cultural y turística de Illescas. Las visitas guiadas, eventos y actividades organizadas en el recinto atraen a turistas de todo el mundo, contribuyendo al desarrollo económico y social de la región.

En la Plaza de los Infanzones de Illescas se encuentra un olmo centenario, que ha sido testigo de más de 500 años de historia y según la tradición, fue un refugio para Miguel de Cervantes en sus visitas a la localidad.

El Olmo del Milagro

Este ejemplar de Ulmus minor, conocido popularmente como el Olmo del Milagro, posiblemente data de finales del siglo XVI. También es llamado el Olmo de la Plaza de las Cadenas y el Olmo de la Virgen, nombres que reflejan su importancia cultural y su vínculo con las leyendas locales. Su presencia en la plaza lo convierte en un protagonista indiscutible del lugar, siendo parte integral del patrimonio cultural de Illescas.

A lo largo del siglo XX, se realizaron dos intervenciones significativas en el olmo para mantener su estructura, resultando en su característico aspecto de tronco encadenado.

Según la tradición, este es el mismo olmo donde se ató el burro que transportaba a Francisca de la Cruz, una joven que, según la leyenda, fue objeto de un milagro de la Virgen en 1562. Francisca llegó a Illescas sin poder caminar y, después de su milagrosa curación, salió andando por su propio pie.

El 11 de marzo de 1562, alrededor de las nueve de la mañana, Francisca de la Cruz ingresó en el hospital local. No podía andar y tenía las pantorrillas pegadas a los calcañares, por lo que se desplazaba a gatas. La joven viajaba acostada sobre un burro, acompañada por el hospitalero de Torrejón de Velasco, Pedro Marcos, y su esposa Mari Rodríguez, con destino al Hospital de los Incurables en Toledo.

Francisca, habiendo escuchado sobre los milagros de la Virgen de la Caridad, fue animada por la hospitalera a pedir la intervención divina. Ya en el hospital, se arrastró hasta la entrada de la capilla, donde comenzó a orar fervientemente. Durante su oración, experimentó un desmayo y un sudor que atribuyó al hambre. Sin embargo, continuó avanzando hasta las gradas del altar.

En un momento inesperado, Francisca, sin ninguna ayuda, se levantó y comenzó a caminar. Sorprendió a todos los presentes, proclamando el milagro mientras recorría las salas del hospital y las calles de Illescas. El evento, presenciado por numerosos testigos, ocurrió aproximadamente a las dos de la tarde.

Este relato, profundamente enraizado en la historia y cultura local, sigue siendo una parte vital de las tradiciones de Illescas, con el Olmo del Milagro como símbolo vivo de la fe y la historia de la comunidad.